Conversaciones Ataúlfo y Ulises

A

Sabes que las fechas de caducidad son importantes, marcan el golpeteo que viaja de cabeza a pies y viceversa. Anuncian el movimiento de mi dispositivo de tránsito.
Deja atrás la fachada y erra de nuevo en la próxima esquina. De este modo, inventa sucesivamente un método para perderte con cadencia



U
Quizá me reestructuro y copio a mi mismo para guardar un buen recuerdo. Quizá y llene estas letras de puras páginas o pájaros, empero, existe un yo que desconozco en lugares públicos, entre transeúntes, semáforos y palomas. Un constante producto de la autodestrucción, el morbo encarnado, gusano gordo de silencios. Cuerpo que acumula máscaras y años.



A
Pareciera que algo te aburre y en el aburrimiento encuentras la memoria de unos labios que te divisan. Un gesto fugaz en el parpadeo de un extraño.


U
Me sentía ansioso, peripatético. No me importa este misterio:
La disparidad que empleo en el peso de mis piernas. Inconcino. Patizambo. Desincronizado. Tercocansado. Hierofante y súbito.





A
Me gusta casi tanto como a ti la umbra que se desdoble en el andar de un espacio a otro, peripatético. Olvidando la cronología de la máquina que golpea el interior de nuestros cráneos. Marcando el lugar de aterrizaje para terminar el día.


U
No puedo hablar mucho, parece que me he cosido la boca y dentro de mi esófago hay navajas. Si pronuncio palabras para ti, es posible que desgarr
en mi silencio.

A
Sílvan mandíbulas hasta dislocarse, aferrándose fallidamente a las cavidades de los fémures. Retumban el eco de una decadencia y una fugacidad inalterable.

U
Debo disminuir la velocidad, se me escapa con el viento. La posibilidad de acercarme al fuego se reduce, el filo de su cercanía abre llegas de deseo.
Cuando escribo yermos y ostracismos apabullantes, tiento el calor. Pálpito que bombea. Jala. Arrebata, ideas disecadas de miradas equívocas.

A
En el silencio del contratiempo marcha la velocidad de la materia, un rostro mirando al espejo, infinitamente sin retraso.



Seguir escribiendo……



Hernán Luvina
Bersonardo