Fe de erratas
Solo del errar y de la iteración podemos devenir más humanos, más amorosos, y más maduros. Es de la errata que aprendemos, y del contraste el dónde nos encontramos en el plano. la escritura es el vehículo que trabaja como acción y consecuencia; es la declaración a un confidente desconocido. Al releernos, al contrastarnos, nos encontraremos en un plano seguramente más amplio ya. El tiempo, que nos esculpe en su devenir constante, bendito, vertiginoso, infinito, es siempre una oportunidad más de ser aquello que deseemos a suerte nuestra.
En ese siempre es hoy; en ese presente infinito; lo único asequible verdaderamente hasta que el cuerpo nos limite a lo contrario. Estar. encarnar ese cielo que ya es hoy; aquí y dentro de nosotros. La belleza solo existe dentro de nuestra agencia, nuestra sensibilidad y nuestra capacidad de compartirla.

Escribamos para inmortalizar esa vivencia, esa idea, ese sentimiento, ese presente. El documento que mantiene vivo el pasado es aquél en el que nos devotamos a querer conservarlo, documentarlo, abrazarlo... O quizás es solo puente a ese presente ya vivido, y bien vivido, pues la escritura no sirve para revivir lo ya pasado; sino para recordarlo. El momento de vivirlo ya pasó, pero nos otorgamos ese portal para revisitar de dónde venimos, y las direcciones hacia las que navegabamos.
Finalmente releyendo a Hemingway y estando sentado en los cafés que marcaron un pedazo de sí, sigo reaprendiendo los significados del navegar; de estar a la espera y a la suerte de aquél que se aventura a "la" alta mar para encontrarse. Perdido a la suerte de lo que en un presente se logra, y la rapidez con la que se va. Abracemos el dolor, el esfuerzo, las lágrimas, el sudor, las heridas; todas estas nos hacen más y más fuertes, y son recordatorios de aquello por lo que vale la pena luchar. La embarcación no parte de tierra firme para buscar lo ya conocido. Es el coraje del poeta que deviene capitán cuando es la agencia la que marca el rumbo de las velas.